martes, 12 de mayo de 2009

Quien se creen que son


Quien se creen que son, los analfabetos vivenciales, los yoistas, los jueces rutinarios y constantes. Los que encerrados en su burbuja de corrección y respeto, ven pasar todo sin escuchar, sin detenerse a pensar, sólo observando lo superficial que supuestamente atenta contra sus normas éticas.
Quizás la misma falta de observación de las circunstancias, que cubren sus vidas, no les permite ver las acciones del otro, que sí actualizaron y vivenciaron dichas circunstancias, y entonces juzgan con la lentitud de las letras frías de un código obsoleto y con la superioridad que otorga la ignorancia.
Entonces, están cansados, están deprimidos, porque sienten que el mundo está contra ellos, y no es así; es probable, que el resto de la gente viva con la razonabilidad de la cual no son capaces de percibir.
Patológicamente, psicopateando al que quiere escuchar, dicen la frase trillada: “Yo soy así, fui así y seré así hasta la muerte, nada me va hacer cambiar”.
Con esa frase sólo afirman la estrechez de sus pensamientos, la flama del dictador escondida dentro de su alma.
Una vez alguien me dijo “No hay nada peor que un ignorante con inquietudes”.
Eso lo fui comprobando con el accionar de ciertos personajes, que sólo me provocaron ira, desconcierto en lo puntual y luego la desdicha de haber perdido tiempo en conceptos erróneos.
Porque cada uno, debe vivir en forma acertada o no, de acuerdo a las circunstancias, no existen proyecciones estructurales, ni normas rígidas, que no puedan cambiarse.
Estamos construyendo edificios, que no se van a desmoronar ante cualquier eventualidad que no haya estado prevista en un proyecto. Estamos caminando sobre una ruta cubierta de obstáculos, en forma constante, y que se llama vida.
Sólo nos queda por esperar, el fin del camino. Pero ese fin inexorablemente está presente desde el mismo momento en el cual lo empezamos a transitar, entonces, si tenemos ya la convicción de lo ineludible, de lo real y de lo definitorio, por qué no vivir armoniosamente y tratando de estar en paz. Existen hechos que no se pueden cambiar, nadie va a inventar soluciones milagrosas, más allá de lo que ya conocemos, pensar de otra manera supone tener una arrogancia que no se condice con el ser humano.

Todo es tan extraño

Todo es tan extraño, desconozco rostros y fachadas, pero la novedad no me provoca asombro; espanto, quizás. Es como si todos hablaran idiomas antiguos, los chicos carecen de la inocencia innata, los adultos caminan como sombras mal definidas en un mundo de tinieblas grises y frías.
Que pasó, como se pudo llegar a este cuadro desolador. No sé, habré estado dormida tanto tiempo que hoy al despertarme me doy cuenta que pasó la vida, con la finitud de la muerte.
Y ahora que? Tratar de recordar lo vivido? Vale la pena? Quizás mi mente tapó lo doloroso, quizás alguna enfermedad mental desconoce mi pasado.
Entonces, me doy cuenta, que los sucesos pasados se van a ir presentando de alguna manera, y el aquí y el ahora cobran un sentido mágico e ineludible.
Quien será ese niño que corre entre juguetes, a los que le resta importancia? Quién es ese hombre que lee un diario y fuma un habano? Y esa señora que bate alguna mezcla sabrosa?
Camino por un corredor, veo el jardín y me deleita. Me trae recuerdos borrosos, pero cargados de paz
Me siento joven, con ganas de correr y cortar flores, con ganas de amar cada rayo de luz que me alcanza.
Floto en una nube, parece que puedo hacer de todo y nadie se percata. Que lindo! Puedo estar a la altura de esa calandria que busca nido.
No veo mis perros, ellos llenaron tantos espacios vacíos. Ellos me miraban con tanto amor, me esperaban con tanta paciencia y me recibían con tanta alegría.
Esos instantes de amor incondicional, no volverán a repetirse?
Me voy deteniendo, veo con desconcierto, que una mujer mayor se esta acercando, se nota que me ha visto pues también se detiene y camina sigilosamente hacia mí.
Sus cabellos grises, están tan opacos, su sonrisa tan caída, sus arrugas tan pronunciadas que se me hace imposible asociarla con alguien conocido. Sin embargo existe algo familiar en su andar, en su mirada. Cada vez se acerca más. Pero, mi Dios, acabo de chocar con algo frío y helado, ella parece que también. Y la realidad, al fin me golpea como nunca, me acabo de ver en un espejo.