sábado, 14 de marzo de 2009

Momentos

Cada gesto agradable, cada sonrisa que nos brindan, nos hace lindo un amanecer. Si cuando nos levantamos para desayunar, no tenemos alguien que este con nosotros, deseándote: ¡Que tengas un buen día!, seguro que es un desayuno callado, sin ambiciones, aburrido; y entonces encendemos el noticiero –porque hay que estar informado- y nos horrorizamos por los accidentes, por los robos, nos asusta la situación del país y esa crisis mundial que no debiera afectarnos tanto, pero que en realidad nos toca muy de fuerte, quizás porque la están usando como pretexto vaya a saber porque.
Ahora, sí, ya podemos salir, esperando el milagro de un buen comienzo.
El portero está terminando de limpiar el hall de entrada, y se está enojando por que la Sra. del 4to. A, otra vez le sacó el perro a caminar justo cuando el estaba lavando. Me saluda muy secamente. Yo le sonrío y le digo, “Manuel, que tenga un buen día”, me contesta con un gruñido “Grrr. Eso espero”. Salgo despacio y casi tratando de no pisar el piso, para no molestar, o sea a los saltitos y medio encorvado.
Veo al diariero, y pienso: “Ese si que no tiene problemas” , lo primero que me dice ¡Hola, como amaneció? Hoy es un día hermoso y espero que lo disfrute!- Lo mismo para Ud. Cacho, le respondo..
Ya comienzo a hinchar el peso, y camino mas fuerte y decidido hacia la parada del colectivo que me alcanzara a pocas cuadras del trabajo.
Cuando llego, lo de siempre, hay casi veinte personas delante de mí, algunas ya se conocen y hablan animadamente, mientras las otras las miran de reojo, tratando de escuchar la conversación. Parece que ya van dos colectivos que paran pero no pueden subir gente pues estaban repletos.
¡Ahí viene otro! Grita una chica en un desesperado grito de ayuda. Todos nos unimos y bajamos el cordón, tratando de pararlo como sea, pero no. No paró.
Algunos deciden compartir un taxi, se suman cuatro, y bueno dale total es un poco más.
Pero algunos tenemos lo justo, y pienso… y si tomo el subte? – Tengo que caminar cuatro cuadras hasta la estación, bajar las escaleras, y después ver si puedo subir, por supuesto en una forma enlatada. Espero que no me baje la presión, no tengo donde caerme y menos aun tendré aire. Lo hago, pues sino llego tarde al trabajo y el jefe enseguida lo hace notar.
Llegué! Ahora quiero bajar y hay que esperar que se despeje un poco la salida. Por favor que no se cierre la puerta y arranque. Lo logré, estoy en el anden. Ya me llevan hacia la salida. Ya estoy subiendo las escaleras, veo el cielo. Ya salí. Ahora caminar hacia mi lugar de trabajo. “Buenos Días, Todo bien? – ""Si, todo bien, salvo que como siempre Ud. llegó cinco minutos tarde "-
Así empieza mi día de trabajo, el remunerable, pues lo que conté antes no tiene precio.

1 comentario:

  1. Qué simpático relato. Aventuras urbanas de un asalariado más, un día en la vida de nadie, rutina, o como se le quiera llamar. es un bello relato. Muy vivencial. Muy correcto en su ritmo e inmejorable desenlace.

    Me ha gustado mucho.

    Un abrazo de oso

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