domingo, 10 de julio de 2011

Mi viejo

Fueron contadas las veces que mi viejo me dijo te quiero. Nunca hubo entre nosotros expresiones grandilocuentes de amor efusivo. Claro que yo quería que fuese más expresivo. No está mal –pensaba- escuchar una palabra directa al corazón. Sentir un beso, un abrazo. Ser cómplices y amigos. Mi necesidad fue reclamo. También motivo de terapia, sin imaginarlo. Mucho me costó darme cuenta que su no demostración no significaba falta de cariño. Era cuestión de madurar la relación. Tomar distancia y advertir su manera no convencional e imperceptible de quererme. Al final comprendí que entre mi viejo y yo sobraban las palabras. Repaso mi historia y no hay día en que no me haya sentido acompañada. No me importa no tener un padre que me endulce los oídos. Me importa saber que podré contar con el toda la vida, incondicionalmente.

Autor anónimo

1 comentario:

  1. Un bello relato sin duda. Muy positivo en su mensaje. Implica cierto grado de madurez saber interpretar esas manifestaciones de cariño "no manifiestas", pequeños guiños, que sólo con los años aprendemos a valorar. Estupendo post.

    Un abrazo.

    ResponderEliminar

Deja tu comentario, resulta de suma importancia tu parecer